lunes, 28 de julio de 2014

De dónde venimos, o el tranquilo oasis era en realidad un pozo negro


En los años ochenta y noventa del siglo pasado se hablab a del "oasis catalán" como un espacio territorial en la atormentada España de la Transición y el postfranquismo donde reinaban la paz civil general y el entendimiento político en los temas básicos, gracias sobretodo a que el conjunto de la clase política local se había forjado en una larga y dura lucha contra el franquismo y sus sucesores, y a que la "sociedad civil"  de Catalunya vivía impregnada en valores éticos y democráticos articulados en torno a un catalanismo progresista y moderadamente nacionalista.

Todo esto era una mentira infecta como hoy sabemos, propalada por los mismos canallas de quienes ahora se está demostrando han saqueado Catalunya hasta el tuétano durante décadas con la coartada política ¡y moral! de su amor a la "Pàtria".

Finalmente el oasis catalán ha resultado ser un pozo negro, una fosa séptica llena de mierda pestilente en la que chapotea alegremente desde hace décadas lo más granado de la burguesía catalana, aquella que presuntamente perdió la Guerra de España pero ganó la Paz de Franco; aquella burguesía que en sus salones del barrio de Pedralbes o en las estancias de las masías señoriales no se estaba de comentar que "Franco y los militares españoles eran unos hijos de puta sí, pero había que reconocerles el haber metido en cintura a los obreros". 

Esta misma burguesía catalana que colaboró económica y socialmente con el fascismo español más cutre aunque aparentemente lo rechazara en el plano político, es la misma que durante el último cuarto del siglo XX, una vez liberada de la tutela ideológica de los vencedores de la guerra, ha venido expidiendo carnets de catalanidad mientras sus sirvientes saqueaban Banca Catalana, el Palau de la Música y lo que se pusiera a tiro. El producto de esos robos al por mayor se ha repartido entre las 44 familias que según uno de ellos, el testaferro máximo del caso Palau, "son Catalunya", y entre sus mamporreros, adláteres y compinches de toda clase. Los paraísos fiscales del mundo entero guardan ingentes cantidades de dinero depositadas allí por estos bandidos sin escrúpulos, según estamos descubriendo en estos días. Una parte de ese dinero ha servido también para poner en marcha los medios y aparatos privados y parapúblicos de hegemonización ideológica de la sociedad catalana, desde partidos políticos a periódicos hipersubvencionados, pasando por entidades presuntamente dedicadas a la promoción "de la cultura catalana" y otros múltiples instrumentos de agitación al servicio del proyecto de dominación social, hegemonía ideológica y control político de la burguesía catalana.

Por suerte finalmente el pozo negro ha reventado, y la mierda se escampa ya imparable por todo el país.

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