jueves, 4 de septiembre de 2014

La ira de los canallas


 
Marta Ferrusola, la mujer de Jordi Pujol, se permitió ayer enviar literalmente a la mierda ("váyase a la mierda") a un periodista que le preguntó el motivo del ninguneo de Jordi Pujol al Parlament de Catalunya. Ferrusola, siempre tan educada ella, tan comedidamente burguesa ella, monta en cólera contra un periodista que hace su trabajo y le pregunta por algo que todos queremos saber. ¿Por qué pierden hasta los modales y las formas, la pareja de moda en el "Estado Español"? Bien mirado quien debería mandarlos a la mierda a ellos somos el conjunto de ciudadanos de este país, a los que nos han robado, estafado y llenado la cabeza de gilipolleces durante décadas, y desde luego ese Parlament catalán, egregio símbolo de la soberanía de un pueblo dicen, al que el Padre de la Patria Catalana se niega a acudir para dar cuenta de sus fechorías.
 
Por cierto, y abriendo un pequeño paréntesis, fíjense qne cuando los medios de comunicación se acercan estos días a los Pujol micrófonos en ristre, en las "alcachofas" que los recubren jamás se ven los logos de TV3, RAC, 8TV y resto de aparatos de propaganda públicos, semipúblicos y privados de CiU y aliados. No es casualidad, sino evidentemente una orden política: silenciar en lo posible el caso. Y cuando no es posible del todo el silencio, da vergüenza oír las intervenciones de los tertulianos de guardia en la televisión y la radio públicas autonómicas catalanas; hace dos días uno de estos individuos "acusaba" a Pujol de haber facilitado con su carta "innecesaria" los ataques de quienes son "sus enemigos y del país", cuando todavía "no se sabe si es o no culpable". La sutileza del argumento es realmente florentina, renacentista pura: lo único malo que cabe atribuirle a Pujol es suministrar argumentos a quienes atacan a Catalunya. Semejante nivel de embrutecimiento no lo alcanza ni la prensa del Movimiento madrileña.   
 
Al margen de los temas económicos, o en terrenos ya más allá de la economía y hasta de la metafísica,  nos enteramos ahora de perfiles sencillamente asombrosos de la personalidad de Pujol y de quienes le rodean y se han nutrido de él. Resulta que según diversas fuentes entre ellas una tan directa como Victòria Álvarez, la ex amante de su hijo Jordi Pujol Ferrusola, el ex president Pujol solía acudir a una vidente andorrana para que le sometiera a un ritual esperpéntico de purificación, durante el cual le pasaba un huevo por la espalda para purificar al prócer de lo que le roía por dentro. Así que el "muy católico, apostólico y romano"  Jordi Pujol Soley, según le definía irónicamente hace unos días en una cadena de televisión española la señora Álvarez, se entregaba con fruición a rituales supersticiosos que calmaran su conciencia y le libraran de males de ojo y similares.
 
Pero la cosa es aún más tremenda si cabe. La vidente, que reside en el pueblo de Les Escaldes, apareció ayer en el programa El Intermedio, de la Sexta, contando como el Sr. Pujol padre la había engañado y estafado. El caso es que Jordi Pujol le veía tanto futuro a los servicios que prestaba la vidente, que le ofreció trasladarse a Barcelona y tratar con la gente de las élites catalanas. Dicho y hecho, la vidente se vino a la capital y según contaba ayer, Pujol le puso "una oficina"  para que recibiera allí a los clientes que al parecer él mismo le enviaba. Ocurre que la pobre mujer cobraba 150 euros por visita, hasta que se enteró de que Pujol les sacaba otros 150 euros a las personas que le enviaba a su consulta. Es decir, un individuo cabeza de una "famiglia" que se calcula ha robado alrededor de 1.800 millones de euros, sacaba a sus amigos y correligionarios unos miserables 150 euros cada vez que recomendaba una visita a la vidente. Es obvio que esa gente está enferma de avaricia.
 
En el interín nos enteramos también de que la famosa comida en el restaurante La Camarga, en la cual un micrófono supuestamente oculto grabó las confesiones de Victòria Álvarez a la representante del PP en Catalunya, Alicia Sánchez Camacho,  sobre las trapacerías y granujadas de Jordi Pujol Ferrusola, fue organizada directamente por el Partido Popular. En realidad, todo el mundo sabía ya que Sánchez Camacho propició la grabación y estaba al corriente de que se iba a llevar a cabo, según declaró al juez el propietario de la agencia de detectives que la ejecutó. Lo que resulta novedoso ahora es conocer que la orden de montar aquella operación partió del mismo Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español, y que fue su jefe de Gabinete, Jorge Moragas, quien se la dio a Sánchez Camacho. La operación fue, simplemente, un acto más de la ofensiva lanzada contra el ex president Pujol ordenada en persona por Mariano Rajoy, tras la negativa de aquél a pactos de los nacionalistas catalanes con el PP español y su alineamiento posterior con las tesis independentistas.
 
 La ira de esta gente resulta pues, gratuita. Los airados deberíamos ser nosotros. Lo cierto es que nos han robado hasta las esencias patrias, de las cuales los pujolistas se han alzado durante décadas como únicos depositarios, y ahora resulta que se enfadan y mandan a la mierda a quien les pregunta el porqué de tanta desvergüenza. No se puede alcanzar mayor grado de cinismo. En resumen, la cárcel parece poco castigo para esta gentuza; merecen que los presos comunes, los presos sociales, huyan de su lado para no contaminarse y que se acerquen a ellos solo para cubrirlos de escupitajos.